miércoles, 1 de junio de 2011

Ayoreos, “Agonía de un pueblo”


Hace un par de semanas me encontraba con un amigo escritor que estaba de paso por la ciudad, pues él viaja escribiendo su nuevo libro que narra las aventuras de una travesía desde la Antártida a Groenlandia, el pidió acompañarme al trabajo, pues le había comentado que realizaba un documental sobre los cartoneros en Santa Cruz de la Sierra, luego de compartir con ellos un par de horas estábamos por una avenida ya de retorno, cuando vimos una zona extremadamente pobre en medio de todo. Curiosos nos bajamos del vehículo, nos asomamos y notamos que se trataba de una comunidad Ayorea, pedimos hablar con sus dirigentes y luego de que nos autorizaran a pasar hicimos un corto recorrido donde pude tomar estas fotografías y conversar con algunas personas.

Los ayoreos enfrentan una dura y triste realidad cuando abandonan sus etnias y su lugar de nacimiento para venir a la ciudad en busca de mejores condiciones, sin embargo se topan con algo totalmente distinto y sufren de muchos abusos y mal tratos.

El texto que acompaña, es una nota publicada en el diario El Nuevo Día, que pienso refleja lo que pudimos percibir es los no más de 50 minutos que estuvimos en el lugar.

“Hace más de 20 años dejaron sus comunidades de origen y emigraron a la ciudad en busca de mejores días, pero la gente y las autoridades, o como diría don Juan Chiqueno, “los cojñones”, les dieron la espalda. La falta de oportunidades y el olvido de la misma sociedad, obliga a los ayoréodes, que en su lengua significa: “el que dice la verdad”, a sobrevivir pidiendo limosna o a prostituirse hasta por cinco bolivianos, en el caso de las mujeres.

Según un estudio realizado por Apoyo para el Campesino Indígena del Oriente Boliviano (Apcob), entre los 335 ayoreos que viven en barrio Bolívar, situado en la Villa Primero de Mayo, hay 42 mujeres que se dedican a la prostitución.

El ejercicio de esta actividad se inicia todos los días a las 9.00 y concluye a las 24.00.

Según los testimonios de los propios vivientes, hay una casa en el mismo barrio donde ejercen el oficio, otras salen a vender sus cuerpos en la Plaza del Estudiante y sobre el primer anillo.

Este trabajo lo ejercen principalmente las jovencitas, aunque también lo practican mujeres adultas. La mayoría lo hace por necesidad, pues son huérfanas, madres solteras, víctimas del desempleo o adictas a las drogas.



En el mismo afán de contribuir a la economía familiar, muchos niños y ancianos aprendieron a pedir limosna en calles y mercados, principalmente en la feria Barrio Lindo, Los Pozos, La Ramada y la plaza 24 de Septiembre.

Viven en total hacinamiento, pues en una vivienda con un solo ambiente caben hasta tres familias, por lo que es frecuente el contagio de enfermedades.

Sus casas son precarias, con paredes de barro y techo de calamina.

59 familias, es el número de familias que viven en barrio Bolívar, situado en la Villa 1 de Mayo.”

Testimonios que hablan sobre la vida en el barrio Bolívar:

Susana Chiqueno

“Vine buscando trabajo y una mejor vida para mi familia, pero no todo es como uno piensa, la gente es mala, no nos quieren porque somos sucios. Lo único que he encontrado aquí es la enfermedad. Cuando llegué de Poza Verde (sur de Pailón) me enfermé, parece que fue del trabajo duro que las mujeres hacemos. Sufro de pulmonía hace ya varios años, ésta tos no me deja hacer nada, mi hijas y mis sobrinos no lograr reunir plata para hacerme curar. Mi enfermedad avanza y no estoy haciendo ningún tratamiento para detenerla, los médicos han dicho que necesito cerca de 2.000 bolivianos para la curación. Aquí muchos sufren de enfermedades en la piel, sobre todo los niños, los más grandes se enferman de tuberculosis, neumonía y algunos fallecen.

Los niños se enferman de diarrea, piojos, a veces también mueren y ni siquiera hay plata para enterrarlos.

Antes había un chamán que curaba las enfermedades, en las comunidades todavía creo que sigue habiendo, pero en la ciudad ya no tenemos, por eso sólo nos hacemos curar cuando tenemos plata porque en los hospitales no nos quieren atender, nos ven sucios y mal vestidos”.


Juan Chjiqueno

“Llegué a la ciudad hace 18 años, soy uno de los ancianos de la familia ayorea que vive en la ciudad. Ahora me dedico a descansar porque ya no puedo trabajar. Cuando uno se enferma ya no puede trabajar en el chaco, pues para carpir y sembrar se requiere estar sano.

Tengo dolor de espalda, parece que tengo pulmonía.

Cuando vivía en Pozo Grande (Pailón) me dedicaba a sembrar para dar de comer a mis hijos, y ahora son ellos los que me ayudan.

Mi mujer murió y por eso nos vinimos a la ciudad. Ahora tengo otra esposa que se llama Juana Dosapa, no tenemos hijos, el único que tuvimos se murió cuando nació.

Ella trabaja haciendo carteras y bolsones, que los vende en la Canob, yo le ayudo haciendo artesanías que hacen los hombres.

Con tantos años que llevo no he podido sacar un certificado de nacimiento, ni un carnet. Aquí la mayoría de nosotros no tenemos esos documentos, y por eso a veces no nos quieren recibir en los trabajos.

Tampoco podemos votar, aunque quisiéramos hacerlo. Ojalá alguien se acuerde de nosotros y nos ayude a tramitar estos papeles”.

De acuerdo a estos testimonios y el artículo publicado, podemos ver que los problemas que enfrentan los ayoreos son los siguientes:

Prostitución

Según la investigación realizada por Apcob, de las 42 mujeres que se dedican a la prostitución en el barrio Bolívar, el 52 por ciento son adolescentes entre los 13 y los 21 años de edad; seguidas por las que se encuentran entre los 31 y 40 años, con el 24 por ciento; y el resto, es decir el otro 24 por ciento, tiene entre 31 a 40 años.



Los motivos que las llevan a la prostitución son varios, entre ellos el haber quedado huérfanas, no tener otras posibilidades laborales o porque otras las iniciaron en ese oficio.





Es una actividad que puede decirse también familiar porque, generalmente, son grupos de parentesco que trabajan conjuntamente. Hermanas y primas se inician conjuntamente en esta actividad.

Violencia

Los problemas que enfrentan las mujeres que se dedican a la prostitución son básicamente la violencia callejera, consumo de drogas y enfermedades venéreas, las que afectan directamente a todo el grupo étnico porque es una población reducida y, por lo general, se casan con miembros del mismo grupo.


Limosna

De los abuelos aprendieron las mujeres y después los niños, actividad que actualmente sigue siendo practicada por los ayoreos de la ciudad y de las comunidades. Comunidades. Vienen a Santa Cruz a pedir limosna desde Poza Verde, Puesto Paz, Cañada Larga (Pailón).

También desde Tobité y Urucú (Roboré). Desde estas dos últimas comunidades vienen sólo cada fin de año y luego regresan a sus pueblos originarios con los suyos.

Educación

En el barrio Bolívar la mayoría no sabe leer ni escribir. Existen 128 personas en edad escolar, entre los cinco a 20 años, de este total el 63 por ciento se encuentra en condiciones de analfabetismo, mientras que el 37 por ciento sí sabe leer y escribir. En este lugar hay una escuelita donde enseña una profesora quien, según relataron los vivientes, viene durante el período escolar a enseñar y luego regresa a su comunidad. La mayoría de las comunidades poseen escuelas bilingües y sólo funciona el nivel primario.

Salud



En el barrio Bolívar, los pobladores también sufren por falta de servicios básicos, en el lugar sólo existen tres grifos y pocos tienen luz eléctrica.






En el asentamiento del barrio Bolívar, el acceso a los servicios de salud es precario y poco frecuente, en especial en lo que se refiere a la atención en los hospitales de la zona. Entre los niños es común la diarrea, sarna, piojos, problemas bronquiales y tuberculosis. En los jóvenes, las caries dentales, reumatismo y enfermedades de transmisión sexual. Y en los mayores, la neumonía, el reumatismo y los tumores.

Viendo todos estos datos y leyendo los comentarios de los mismos ayoreos sobre su realidad, podemos sacar las siguientes conclusiones:

* Estas personas vienen con la ilusión de mejorar sus vidas y tener mejores días, pero en lugar de encontrar todo esto, solo encuentran desilusión y más pobreza.

* Son rechazadas por su forma de vestir y su aspecto, no tienen documentos y prácticamente no son tomadas en cuenta.

* Se encuentran con enfermedades, viven en las calles, no tienen trabajo y viven las limosnas.